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La máquina de efectos funciona mediante las sencillas leyes de la física. Una paciente acumulación de energía, ordenando el mundo de manera premeditada y simbólica para que sucedan cosas, hace que, finalmente, con un pequeño empujoncito, con un mínimo impulso, toda esa energía concentrada en la máquina se desencadene obteniendo el efecto deseado. Ese es el planteamiento de la Revolución Social Libertaria. No tiene más misterio.
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Las máquinas de efectos encadenados son automáticas. Los efectos tienen lugar por sí solos. Cada uno hace que se desencadene el siguiente, de manera que, una vez que se produce el primero, los demás dispositivos funcionan por sí mismos, siguiendo una secuencia en orden determinado.
Los antecedentes de esta teoría son la consolidación del cine y la prensa, la aparición de la radio, la expansión industrial y la cultura urbana.
Esta teoría nace del estudio de importantes sociólogos como Max Weber, Emile Durkheim y Max Horkheimer, quienes veían como principio del periodismo a la sociedad de masas; es decir, a un público indiferenciado al que se le enviaba un mensaje para lograr un efecto específico y al que se trataba de persuadir acerca de algo concreto a través de los medios de comunicación.
La teoría de los efectos fue el resultado del trabajo que sobre el análisis de los medios de comunicación hicieron las escuelas de la sociología empírica, la sociología positivista y la teoría crítica, haciendo que se hablase de un tema en el que se daba por sentado que el fin único de la comunicación era transmitir mensajes o información, y que lo que pasara durante este proceso no era ni de interés intelectual ni de interés práctico.
La teoría de los efectos hizo que los dueños de los medios buscasen manejar de forma más racional la información, aunque ello no implicó que la manejasen de mejor o peor manera que como lo venían haciendo, sino que más bien entendieran el poder que tenían y buscasen aprovecharlo.